viernes, 21 de septiembre de 2012

GRACIAS EDITORIAL COMANEGRA

Hace unas semanas recibí un correo de la Editorial Comanegra agradeciéndome que hubiera reseñado en este blog dos de sus libros que acababa de leerme y que me habían agradado especialmente por su sencillez, claridad y por la forma de contar lecciones que todas/os debemos conocer y aprender (a mi modo de ver y entender, claro).
Su agradecimiento llegó en forma de regalo haciéndome llegar el último libro publicado de la misma colección.
Para agradecer su detalle y mi sorpresa os comparto esta entrada y los maravillosos libros que sigo recomendando porque los encuentro de gran valor.
Gracias vida porque aquello que damos sin esperar nada a cambio siempre acaba recibiendo recompensa.
Rosa.

 Os dejo el enlace de la web de la editorial http://www.comanegra.com/ y las portadas de los libros para que podáis valorar por vosotras/os mismas/os.



Es el último publicado (mi regalo) y trata un tema super importante "la comunicación" en la familia, en las relaciones, con nosotras/os mismas/os. Es curioso que en la era de la información y los amplios medios de que disponemos para comunicarnos haya tantas dificultades para hacerlo personal e internamente. Especialmente para familias con hijos "pegados" al ordenador, móvil y redes sociales (también adultos con el mismo perfil).



Los dos primeros libros que ya reseñé en este blog (martes, 29 de mayo de 2012, "Libros de Recomiendo").

Disfrutar de la lectura y recibir las enseñanzas ¿quién dijo que aprender es aburrido?



sábado, 1 de septiembre de 2012

EL ENGAÑO DEL MUNDO QUE HEMOS CREADO


Cada día recibo en mi correo información sobre las múltiples y variadas formas en las que hemos sido y estamos siendo engañados, manipulados y orientados en un mundo que parece haber olvidado qué es lo verdaderamente importante y valioso (sirva de ejemplo la fotografía que acompaña esta entrada del blog).

Las personas "normales" pierden la confianza al comprobar que todo es una gran mentira y no encuentra a quién seguir... y ésta es una gran noticia porque, a mi modo de ver, el proceso de despertar de la conciencia pasa por "sacar a la luz todo lo que no lo es para ser sanado" y ahora es ese momento, el momento de que cada persona se reconozca a sí misma, sea soberana y responsable de su vida y permita que la verdad, la verdad de cada persona salga a la luz.

El proceso de cambio es inevitable, a pesar de las resistencias está ocurriendo y está ocurriendo en todo el planeta, sin excepción. Quienes más miedo tienen son quienes más se resisten y su resistencia se transforma en querer controlar la vida de los demás a través de crear miedo, separación, duda, enfermedad, ignorancia, leyes, restricciones, etc, etc, etc,..., pero no cuentan con que la DIVINIDAD no entiende de barreras sólo de LUZ y que está en TODO SER (incluídos ellos/as, claro está) y que es precisamente el despertar y nacimiento de esa LUZ LO QUE ESTÁN SINTIENDO Y LO QUE TEMEN.

Ni el flúor ni cualquier otra sustancia o medida puede con la LUZ, las conciencias se abren, las personas despiertan (cada una a su tiempo y ritmo), es momento de cooperar, de decir "no al miedo", de crear, de recuperar la esencia humana, de decir SI A LA ALEGRÍA, AL AMOR, de RECORDAR.

CONFÍA en tí, en tu sentir, en tu esencia y juntos/as hagamos el cambio hacia un mundo de LUZ y AMOR porque es INEVITABLE.

En la energía del amor.
Rosa Mª Vendrell.

Y recuerda eliminar el flúor de tu vida, claro.

APORTANDO LUZ: ARTÍCULO DE FRANCISCO J. BASTIDA - CATEDRÁTICO DE DERECHO CONSTITUCIONAL

FRANCISCO J. BASTIDA.


CATEDRÁTICO DE DERECHO CONSTITUCIONAL

Con el funcionariado está sucediendo lo mismo que con la crisis económica. Las víctimas son presentadas como culpables y los auténticos culpables se valen de su poder para desviar responsabilidades, metiéndoles mano al bolsillo y al horario laboral de quienes inútilmente proclaman su inocencia. Aquí, con el agravante de que al ser unas víctimas selectivas, personas que trabajan para la Administración pública, el resto de la sociedad también las pone en el punto de mira, como parte de la deuda que se le ha venido encima y no como una parte más de quienes sufren la crisis. La bajada salarial y el incremento de jornada de los funcionarios se aplauden de manera inmisericorde, con la satisfecha sonrisa de los gobernantes por ver ratificada su decisión.

Detrás de todo ello hay una ignorancia supina del origen del funcionariado. Se envidia de su status -y por eso se critica- la estabilidad que ofrece en el empleo, lo cual en tiempos de paro y de precariedad laboral es comprensible; pero esta permanencia tiene su razón de ser en la garantía de independencia de la Administración respecto de quien gobierne en cada momento; una garantía que es clave en el Estado de derecho. En coherencia, se establece constitucionalmente la igualdad de acceso a la función pública, conforme al mérito y a la capacidad de los concursantes. La expresión de ganar una plaza «en propiedad» responde a la idea de que al funcionario no se le puede «expropiar» o privar de su empleo público, sino en los casos legalmente previstos y nunca por capricho del político de turno. Cierto que no pocos funcionarios consideran esa «propiedad» en términos patrimoniales y no funcionales y se apoyan en ella para un escaso rendimiento laboral, a veces con el beneplácito sindical; pero esto es corregible mediante la inspección, sin tener que alterar aquella garantía del Estado de derecho. 

Los que más contribuyen al desprecio de la profesionalidad del funcionariado son los políticos cuando acceden al poder. Están tan acostumbrados a medrar en el partido a base de lealtades y sumisiones personales, que cuando llegan a gobernar no se fían de los funcionarios que se encuentran. Con frecuencia los ven como un obstáculo a sus decisiones, como burócratas que ponen objeciones y controles legales a quienes piensan que no deberían tener límites por ser representantes de la soberanía popular. En caso de conflicto, la lealtad del funcionario a la ley y a su función pública llega a interpretarse por el gobernante como una deslealtad personal hacia él e incluso como una oculta estrategia al servicio de la oposición. Para evitar tal escollo han surgido, cada vez en mayor número, los cargos de confianza al margen de la Administración y de sus tablas salariales; también se ha provocado una hipertrofia de cargos de libre designación entre funcionarios, lo que ha suscitado entre éstos un interés en alinearse políticamente para acceder a puestos relevantes, que luego tendrán como premio una consolidación del complemento salarial de alto cargo.

El deseo de crear un funcionariado afín ha conducido a la intromisión directa o indirecta de los gobernantes en procesos de selección de funcionarios, influyendo en la convocatoria de plazas, la definición de sus perfiles y temarios e incluso en la composición de los tribunales. Este modo clientelar de entender la Administración, en sí mismo una corrupción, tiene mucho que ver con la corrupción económico-política conocida y con el fallo en los controles para atajarla.

Estos gobernantes de todos los colores políticos, pero sobre todo los que se tildan de liberales, son los que, tras la perversión causada por ellos mismos en la función pública, arremeten contra la tropa funcionarial, sea personal sanitario, docente o puramente administrativo. Si la crisis es general, no es comprensible que se rebaje el sueldo sólo a los funcionarios y, si lo que se quiere es gravar a los que tienen un empleo, debería ser una medida general para todos los que perciben rentas por el trabajo sean de fuente pública o privada. Con todo, lo más sangrante no es el recorte económico en el salario del funcionario, sino el insulto personal a su dignidad. Pretender que trabaje media hora más al día no resuelve ningún problema básico ni ahorra puestos de trabajo, pero sirve para señalarle como persona poco productiva. Reducir los llamados «moscosos» o días de libre disposición -que nacieron en parte como un complemento salarial en especie ante la pérdida de poder adquisitivo- no alivia en nada a la Administración, ya que jamás se ha contratado a una persona para sustituir a quien disfruta de esos días, pues se reparte el trabajo entre los compañeros. La medida sólo sirve para crispar y desmotivar a un personal que, además de ver cómo se le rebaja su sueldo, tiene que soportar que los gobernantes lo estigmaticen como una carga para salir de la crisis. Pura demagogia para dividir a los paganos.

En contraste, los políticos en el poder no renuncian a sus asesores ni a ninguno de sus generosos y múltiples emolumentos y prebendas, que en la mayoría de los casos jamás tendrían ni en la Administración ni en la empresa privada si sólo se valorasen su mérito y capacidad. Y lo grave es que no hay propósito de enmienda. No se engañen, la crisis no ha corregido los malos hábitos; todo lo más, los ha frenado por falta de financiación o, simplemente, ha forzado a practicarlos de manera más discreta.

Francisco J. Bastida.

Catedrático de Derecho Constitucional.

Universidad de Oviedo.